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Por Jorge Demagistri, Gerente de Ávita.

Allá por abril del 2018, vivimos en la empresa tiempos muy difíciles en lo financiero. Los ruidos de los movimientos del dólar, los presagios agoreros, la prensa que siempre magnifica o deforma algunos hechos, entre otras cosas tuvieron como consecuencia una “sequía” total en ventas por dos largos meses. El mayor ejemplo de esta situación fue una venta segura y de contado de un departamento en la que el cliente, habiendo pagado una seña, y pasado por un proceso de gestión bancaria de un crédito hipotecario, se arrepintió horas antes de firmar la escritura por miedo a que todo se escape. El mismo día, media hora después de recibir esta noticia – no sin antes dudar muchísimo – cumplí con un proveedor con el que venía negociando por un largo tiempo, en la compra de tres ascensores para una obra. De buenas, a primeras quedé sin el dinero de la venta y con poco circulante por haber cumplido mi palabra con mi proveedor.

Una vez más, como tantas veces, lo externo repercutía en lo propio. Ante la escasez del flujo de ingresos próximo, nos pusimos en actividad con mis hijos, que trabajan en la empresa, de múltiples maneras. Ofrecimos descuentos por cuotas anticipadas, pedimos que los atrasados se pusieran al día, iniciamos publicidades nuevas, generamos inversiones no convencionales, hablamos con nuestro personal para explicar el tiempo difícil y que, eventualmente, no íbamos a poder pagar todas las semanas como es nuestra costumbre. Como en otras ocasiones, la premisa fue no suspender o despedir a nadie, con la alternativa de trabajar medio tiempo o tiempo completo en jornada normal y abonar un provisorio hasta que la situación mejorase; el 100 % optó por esto último.

Fue un tiempo de desaliento, pero muy activo. Se percibía que a nuestros obreros se les hacía muy difícil llegar con su economía familiar. Pero en medio de toda esta crisis, encontramos la manera para atender situaciones urgentes: los remedios para algunos enfermos, el pago de deudas, salir de prestamistas, completar o arreglar viviendas, alguna operación médica compleja, el pago de servicios, alguna cuota alimentaria judicial, un estudio médico y muchas otras necesidades. A cada pedido, una oportunidad para charlar con la persona en directo y “saber más” de cada situación. Rearmamos el plan de trabajos en las obras para consumir la menor cantidad de materiales, sin atrasar el proceso general. En el medio de todo esto una deshonestidad de un obrero, situación que tratamos de una manera especial, obrero que días después y ante la enfermedad de su esposa nos pidió un dinero y se lo aportamos en dos ocasiones.

Como una manera de ayudar a que los operarios pudieran contar con mayores recursos, organizamos trabajos “a destajo”: en primer lugar, para los días sábado y luego lo extendimos, con algunos, en la semana. Este fue un proceso interesante y también complejo: En primer lugar, no aceptaban el precio que les ofrecí y tuve que trabajar en persona para convencer. Luego de experimentar en concreto, a la mayoría le rindió el trabajo más de 2,5 veces lo que le hubiese representado el jornal, (es decir, ¡ganaron una vez y media más que el jornal!). Contentos ellos y doblemente contento yo porque, por un lado, esto ayudaba a mejorarles los ingresos – que era el objetivo principal – y, por otro lado, también mejoraba y estandarizaba algunos costos de la empresa. Al mismo tiempo, una cierta tristeza y un desafío de encontrar la manera para potenciar la motivación “intrínseca” en el trabajo normal, que cuando no cuenta con los incentivos no es el mismo.

También en este tiempo comencé a profundizar en el trabajo sobre la no actualización por inflación de los aportes al fondo de cese laboral de los trabajadores de la construcción, por parte de las empresas y los bancos. Tuve la oportunidad de hablar con abogados vinculados al gremio de los trabajadores de la construcción y en un paréntesis les comenté mi inquietud y me dijeron que es una vergüenza lo que hacen los bancos. Me pidieron que les mandara lo que tenga y ellos se encargarían de hacerlo llegar a personas de la política. Esta charla me alentó a retomar el estudio, la investigación de la información y legislación vigente y con Agustín, mi hijo, trabajamos en afinar los cálculos y los criterios de juicio. Todo esto está en proceso, con final cercano de una primera etapa y que el futuro necesitará de todo aporte posible.

Luego de estos dos meses largos, con toda esta ebullición adentro, comenzaron a llegar las ventas de manera inimaginable con la medida necesaria para aligerar las presiones, en el tiempo justo, y proyectar de otra manera el futuro próximo. Casos como el de un inversor que reside en el extranjero nos llevó a un movimiento de apertura de cuenta en moneda extranjera y un trámite para poder justificar el ingreso de divisas; o el de unas hermanas que aparecieron luego de un año aceptando una propuesta de trueque que nos permitió tener otro emprendimiento; y una vecina, lindera a esa propiedad, dispuesta a hacer lo mismo lo cual mejoraba notablemente el desarrollo; o el proveedor con el que cumplimos el compromiso que decidió invertir y comprar un departamento “en pozo”.

Varios clientes destacando algo básico como la puntualidad en una entrevista; la sorpresa de una clienta a la que le devolvimos $ 31.000 por habernos pagado de más, confundiendo billetes de $ 100 y de $ 200; contemplar a mis hijos compenetrados en encontrar los caminos, poniendo lo mejor de cada uno para salir de una situación compleja en la empresa; la experiencia de mi hijo Francisco que nos contó emocionado que en dos oportunidades que colaboró con situaciones de enfermedad de chicos en otras provincias, tuvo la vuelta a cortísimo tiempo de dos sorteos en los que salió beneficiado: uno de una pelota de básquet y el otro de un televisor, al acertar el resultado de la final del mundial (Den y se les dará…); el mensaje del empleado al que le ayudamos con la compra de una prótesis para una delicada operación de extracción de un tumor en la cabeza de su hermano, diciendo : “le agradezco su ayuda. Salió todo bien la operación de mi hermano”. Todos estos son los “plus” de alegría que las relaciones generan.

El mes de julio de aquel año representa, hasta hoy, uno de los mejores meses en ventas e ingresos de toda mi historia en esta provincia. Por esos días, durante mi rutina de caminata de una hora diaria, llegaba a mi mente: …   que DIOS no se deja ganar en generosidad, …que ocupe mis dones en lo que me toca y de la mejor manera, …que ÉL se ocupará del resto.

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