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Texto extraído de la conferencia organizada por ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa) – Junio 2020
Por Jorge Demagistri, Gerente de Ávita.

En Ávita gozamos de la confianza de muchas personas que invierten en nuestros emprendimientos “en pozo”, como decimos en la jerga, o en distintas etapas del proceso constructivo. Y este ya es un primer elemento que denota la ESPERANZA: en una sociedad descreída podemos generar un espiral ascendente, virtuoso, de credibilidad, que crece día a día. Y con ello, aportamos genuinamente a la generación de empleo y de soluciones a problemáticas de vivienda.

Como empresa adherimos a la ECONOMÍA DE COMUNION, que es una manera de entender la vida, la empresa, la economía, las relaciones y el trabajo. Cuando la fundadora de movimiento, Chiara Lubich, visitó la ciudad de San Pablo en Brasil, en el año 1991, contempló la extrema desigualdad, que es un paso más de la pobreza. Esto produjo en Chiara un gran dolor y a continuación una inspiración: sintió que no serían los políticos o las personas del mundo de las finanzas los que podrían solucionar el problema de la pobreza y la desigualdad en el mundo, sino que seríamos los empresarios los que podríamos hacerlo en la medida que:

  • Fuésemos capaces de generar utilidades.
  • Que esas utilidades, en libertad, las compartiésemos para solucionar los problemas de pobreza y desigualdad; para ayudar a crear una nueva cultura, que es la “cultura del dar” (en reemplazo de la imperante cultura del “tener”); y que también fuésemos capaces de hacer crecer las empresas.

Hoy somos más de 800 empresas en el mundo que intentamos hacer esto, poniendo a la persona en el centro de la actividad económica – y no al dinero -. No obstante, para poder dar debemos ser capaces de generar dinero. Si bien el movimiento de los focolares y la economía de comunión tiene una raíz cristiana, está abierto a todo aquel que viva la regla de oro: “Hacer al otro lo que a uno le gustaría que hiciesen con nosotros”.

Es en este escenario-marco, entonces, que trata de moverse ÁVITA, una empresa de la industria de la construcción de Tucumán, que adhiere a la Economía de Comunión. Trataré de compartir algunas experiencias propias que ponen en evidencia práctica la abundante teoría que conocemos, toda ella inspirada en el Evangelio.

¿Cómo es este DAR en esta nueva cultura?

  • No es un dar filantrópico o de beneficencia. Es un dar en el que el que da está al mismo nivel del que recibe. Cada vez que recibo el regalo de una necesidad trato de encontrarme en persona con el otro. Uno da lo que puede dar, el otro da su necesidad.

  • Es un dar en la medida del amor ágape: el que no espera nada a cambio pero que lleva a vivir la reciprocidad. Muchas veces la percibí en una foto o en una frase, donde mi dar convirtió una realidad y a mí me llegan las consecuencias de esas conversiones.
  • Es un dar en la medida de la viuda del evangelio que dio sus dos monedas, que para ella era su todo. Cada vez que recibí un pedido de ayuda o presté atención a alguna necesidad del otro, aun en momentos económicos difíciles, fueron los momentos en que dar me hizo más feliz.
  • Es un “darse” en dones, en conocimientos, en tiempos, en escucha, en experiencia. En muchas ocasiones doné mis saberes y experiencias para que otros generasen lo mismo que yo, a nivel emprenditorial; en otras ocasiones aporte a un capital semilla y me dispuse a acompañar el proceso de generación de nuevos emprendimientos. No siempre estos esfuerzos dieron buenos frutos. Para emprender hace falta un “quien”, no alcanza solo con una idea o con el dinero para comenzar. En otros, los frutos se vieron después de mucho tiempo (en Mendoza con el amigo Néstor, o en Monteros con el amigo Oscar, o el codo a codo con la empresa Nogal Maderas, de Paraná.)
  • Es un dar “compasivo», que requiere de atención, que nos lleva a la acción. Hace algunos años me dispuse a entrevistar en persona a mis empleados para conocer sus necesidades. Detecté problemas de vivienda, de movilidad, de endeudamientos a todo nivel (con tarjetas de crédito, con negocios, financieras y, lo más grave, con prestamistas – curiosamente algunos eran los propios compañeros de trabajo -). Acudí y lo hago permanentemente a solucionar estas problemáticas económicas o pedidos puntuales por problemas de salud. En otras ocasiones ayudar a conseguir el DNI de hijos indocumentados, o trámites en la obra social o la ANSES; luego del aislamiento por el COVID, a generar los papeles de las motos para evitar que los controles policiales los tomen y deban “pagar” para seguir. Aquí también se contempla una dimensión distinta de la pobreza, no necesariamente económica, sino de incapacidad para hacer un trámite; o del empleado que no puede operar un cajero automático de los bancos porque no sabe leer, pero le da vergüenza reconocerlo. Otros casos como el de mi capataz santiagueño, que desde hace 26 años trabaja conmigo, y tenía necesidad de integrar su familia; para ello compramos una vivienda, la refaccionamos y es donde hoy viven, con una hija que hace unos años empezó a estudiar abogacía, dando muestras de movilidad social ascendente.
  • Es un dar cercano o lejano. A veces aportamos a una comisión central a nivel mundial, que distribuye según prioridades.
  • No se trata de un dar de asistencialismo ni de paternalismo. Soy muy cuidadoso en este tema con mis obreros. Sobre todo, cuando verifico que por sus historias de vida están acostumbrados a recibir de la política, que instrumentaliza el dar (la dádiva).
  • En un dar que vive la tensión entre “que una mano no sepa lo que da la otra” o “que la lámpara no debe esconderse bajo la mesa”. Esto es un delicado equilibrio, pues si a las buenas acciones no las comparto, ¿cómo hago para contagiar a otros a generar esperanza de que es posible?
  • Es un dar en la medida de la caridad que expresa “Corintios 13”. No impone condiciones. Todo lo cree, todo lo espera, todo lo disculpa, todo lo soporta. Aquí “hice agua” muchas veces. Otras sí pude.
  • Este dar genera felicidad, como cuando antes de iniciar el
    aislamiento el 19 de marzo de 2020, tuvimos una venta impensada, rapidísima, que nos permitió asegurarnos de sostener la economía de todos los empleados durante los casi dos meses de no trabajar, con mucho ingenio en la logística.
  • Es un dar ingenioso. En épocas de vacas flacas transitamos las obras gastando muy poco en materiales (usando solo los materiales de los que disponemos, haciendo revoques y contrapisos, por ejemplo) y convirtiendo roles de los operarios para no tener que suspender o despedir a nadie. Esta lógica va a contramano del mundo, en tiempos del “outsourcing”.

¿Cómo ejercitar el perdón en las relaciones?: En la medida del “setenta veces siete”

  • Ante una deshonestidad de empleados por haber sido descubiertos robando materiales, mi actitud fue convocarlos al diálogo, en ocasiones con la esposa; hacerles un seguimiento, ayudarlos a salir de sus dificultades económicas, ayudar a su familia a emprender. Confié que pudieran recomenzar, algunos con recaídas, otros con la reciprocidad expuesta a partir de excelentes rendimientos en los trabajos. En otras ocasiones, como hecho sumamente extraordinario, con dolor, pero con firmeza, despedí a un grupo de estos operarios. Luego de un tiempo a algunos los volví a tomar, después de tocarles vivir “el desierto en la calle”, como en la parábola del hijo pródigo. Hoy transitan el trabajo con autocontrol y con suma atención de nuestra parte, evitándoles “la ocasión”.

  • También es constante la tensión por lograr que el trabajo de los empleados tenga una motivación intrínseca, sin “zanahoria” (incentivo) o “látigo” (control y exigencia de los supervisores y jefes). En innumerables ocasiones debí dar el salto de volver a confiar a pesar de las muestras de la mala actitud ante el trabajo.

¿Cómo se hace para transitar los momentos de oscuridad o de dificultades?

  • Siempre dialogar, mientras el otro me lo permita.

  • Nunca “el fin justifica los medios” (Los “Rey Herodes” de estos tiempos)
  • Avanzar con la verdad, de frente, con claridad, sin rebusques, sin especulaciones.
  • Como en el cuento de las ratitas que caen en un recipiente con leche; moviendo las patitas, la que no se cansó de patalear convirtió la leche en queso, pudo pisar, saltar y salir; y la que no, se ahogó.
  • Aprender a perder (que no es resignación). Perder me hizo abrir la mano, ensanchar el corazón, ablandar “el codo”. Y experimentar que Dios no se deja vencer en generosidad.

¿Cómo experimentas la Providencia? “El den y se les dará, … una medida rebosante …”

  • En muchísimas ocasiones el dar en bienes, dinero, saberes, experiencias, se convierte en nuevas oportunidades de negocios, mejoras en los precios de los insumos, mejoras sustanciales en la productividad en las obras, nuevos proyectos, ventas no esperadas. Si estoy atento y “no me la creo”, puedo distinguir aquí la providencia, el céntuplo prometido.

  • En mi historia, las tres ocasiones que el dar fue aportar bienes, dinero, conocimientos, experiencias o contactos para obras de construcción de instituciones del medio, la primera providencia fue para con mis operarios y también para mí, para que en esos momentos no tuviesen que quedarse sin sus trabajos, por dificultades o demoras en las tramitaciones de nuestras obras, que hubiesen significado suspensiones o despidos.
  • Cada vez que incorporo un nuevo empleado o que siento la alegría de una persona que accede a su vivienda, o que resuelvo problemáticas, me siento instrumento “de las multiformes gracias recibidas”, de cumplir bien con el rol de buen administrador de los bienes, y en esto reconozco la providencia.
  • Sostener la economía de los obreros durante el aislamiento, aunque no sobraba nada y no había nuevos ingresos durante ese tiempo, fue una experiencia delicada. Hubiese sido hasta lógico, desde una mentalidad empresarial normal, ser precavidos y guardar los recursos porque no se sabía cuánto iba a durar ese “parate”, y que la variable de ajuste fuesen los empleados, con suspensiones o despidos. Qué alegría me daba poder repartir con ingenio para que a nadie le faltara nada, cada semana. Con el tiempo recibimos 3 ATP del estado nacional, mejoramos las ventas y los ingresos de una manera extraordinaria.

Hoy soñamos con “viviendas sociales” destinadas a los que no puedan pagar por un departamento en nuestros edificios y ya permutamos una propiedad óptima para este anhelo de muchos años. Todo empieza con el SI “del niño evangélico” al que estamos llamados a ser, confiando, viviendo la ESPERANZA, con mayúsculas. Toda la vida es experiencia, con dolores y gozos, con luces y sombras.

Algunas reflexiones para el final

Me surgen para el final dichos o frases que experimenté a lo largo de mi vida personal y empresarial:

  • Como mucho he perdido, esto me ha desapegado, y mucho puedo dar.

  • El mal que alguna vez me toco percibir (Jesús Abandonado) fue siempre por un bien mayor (Jesús Resucitado).
  • …”no hay espinas sin rosas”
  • Del soneto …” lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”
  • Del salmo … “el que siembra entre lágrimas, cosecha entre canciones”

Por esas cosas que tienen los ciclos o procesos en la vida, que nunca son lineales, hoy me toca experimentar “lo florido”, “las rosas”, “las canciones”, que no solo es una bonanza económica, sino que es la familia, las relaciones, las personas, la gratificación de la confianza recibida. Pero doy fe que antes hubo “raíces enterradas”, “espinas” y “lágrimas”.

Hace unos días me compartieron un “videíto” que hablaba del llamado a la vida interior, que la vida no había que vivirla como quien surfea una ola, sino que teníamos que disponernos a bucear en nuestro interior, no para quedarnos en el “que bien que estamos aquí, hagamos tres carpas…” del momento de la “transfiguración”, sino salir y compartir con el otro, lograr la comunión con el otro, para “que todos sean uno”.

Luego de haber recibido una reflexión teológica de la esperanza, y el relato de como la vivía hace muchos años Enrique Shaw, desde un buceo interior traté de expresar, muy apretadamente, porque cada punto daría para mucho más, tal vez para un capítulo de un libro, como intento vivir la ESPERANZA aquí y ahora. Si algo de lo expresado ha significado una verdadera novedad para algunos de los que me leen, me daría una profunda alegría y un impulso para renovar la ESPERANZA.

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