Por Jorge Demagistri, Gerente de Ávita.
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Para nadie sería una novedad decir que vivimos un año 2020 muy especial, en particular por todo lo suscitado por la pandemia Covid-19 en lo sanitario, lo social y lo económico.
Los primeros meses de ese año, en nuestra empresa, transitábamos nuestra actividad con finanzas ajustadas. El decreto nacional de aislamiento social preventivo y obligatorio nos forzó a parar nuestra actividad de construcción durante 50 días. Los días previos fueron muy estresantes: desde reunirnos con el personal para la toma de conciencia de lo que se venía; la incertidumbre que nos generaba no conocer las medidas se tomarían; implementar medidas sanitarias; buscar la manera de sostener nuestras finanzas para el tiempo de aislamiento; trasladar las oficinas a nuestras casas para dar continuidad a lo que se podía seguir haciendo; y hasta concretar la venta de un departamento en tiempo récord, por pedido de la compradora, el día anterior al decreto del aislamiento obligatorio. Volviendo a mi casa luego de recibir el anticipo por esta venta, contemplaba el mensaje de nuestro Presidente y me vino muy claro que ese ingreso de dinero por la vente ayudaría a sostener la economía de nuestros, por entonces, 67 operarios de la construcción, de nuestros técnicos y profesionales de obra y de la administración.
Sostener la economía de todos…
La primera preocupación fue encontrar la manera para hacer llegar a nuestra gente una suma de dinero semanal que les permitiera sostenerse durante el receso. Organizamos las entregas, algunas por transferencias bancarias, otras en efectivo por grupos para minimizar los movimientos y evitar los riesgos de contagio. Y esto lo pudimos hacer por 7 semanas. También tuvimos que reordenar nuestras cuentas a cobrar por ventas anteriores y no solo no hubo atrasos, sino que algunos pagaron de manera adelantada. También fue importante estar atentos a todas las medidas que generó el gobierno nacional para paliar en parte la crisis económica de las personas y de las empresas (gestionamos y obtuvimos, con bastante esfuerzo, créditos a tasa cero y los ATP, ayuda para pagar sueldos de los empleados).
Qué hacer en el receso…
Si bien no pudimos realizar la construcción propiamente dicha, aprovechamos este tiempo para adelantar los proyectos de nuevas obras y potenciamos todos los medios digitales a nuestro alcance para llegar a nuevos clientes que, aunque no se concretaron en nuevas ventas durante el receso, fueron la semilla que germinó y dio fruto después. Y hasta fue la oportunidad para completar el proyecto de un pequeño edificio de un amigo en una ciudad del interior de la provincia, a modo de aporte para que pudiera comenzar a emprender, transmitiéndole además toda nuestra experiencia de 14 años en el rubro. También acudimos con ayudas concretas a personas cercanas y en otros casos con los trámites para que pudieran incorporarse como beneficiarios de las ayudas del Estado.

Los pequeños milagros cotidianos…
La semana anterior al receso llegó a nuestras oficinas una señora interesada en permutar su casa por un departamento de los que construiremos a futuro. En un primer momento descartamos la idea porque la propiedad que nos ofrecía no era apta para lo que desarrollamos. En esos días me llega de unos amigos la experiencia de viviendas sociales que se están generando a través de Cáritas y los gobiernos nacional, provincial y municipal. Mi experiencia anterior en este tema realmente me abatió porque no lo vi posible en esta provincia. Pero, inmediatamente pensé: “y si la casa ofrecida por esta clienta se usara para viviendas sociales…”. Su ubicación es inmejorable para esto, pues cuenta con todos los servicios y es mucho mejor que cualquier localización en barrios alejados del centro urbano que carecen de infraestructura básica. Pensar en lo posibles receptores de estas viviendas me cambió el foco. Hoy ya tenemos la propiedad permutada, hicimos el proyecto de 8 unidades de viviendas y estos son ya dos aportes concretos de nuestra empresa para reducir la pobreza, en este caso a través de la construcción de estas viviendas sociales (uno de nuestros pilares reales y no solo declamados de nuestra MISIÓN como empresa es APORTAR A REDUCIR EL DEFICIT HABITACIONAL). La idea es utilizar parte de los materiales que se generan de las demoliciones de nuestras futuras obras, propiciar la autoconstrucción, reducir y si es posible eliminar costos financieros, y generar un espacio concreto de aportes de otras empresas. Todavía nos queda mucho por pensar y hacer, pero un gran primer paso está dado.
En paralelo con este tema de las viviendas sociales, que no representa en sí mismas un proyecto económico, aparecen nuevamente unos inversores que un año y medio atrás nos ofrecieron una propiedad muy buen ubicada, donde sí podemos desarrollar un nuevo emprendimiento. Luego de una charla telefónica, una corta reunión y acuerdo, ya firmamos contrato, escritura a nuestro nombre y en breve comenzamos a demoler la construcción preexistente. Las viviendas sociales representan 600 m² de construcción; este nuevo emprendimiento es de 6700 m² (más del doble del edificio más grande construido hasta hoy por nuestra empresa) … Den y se les dará.
Y después del receso, qué sucedió…
Volver a la actividad luego del receso fue un nuevo desafío: horarios ajustados, medidas de control, evitar el transporte urbano (organizamos los movimientos en nuestros vehículos), controles en el tránsito (propiciamos las transferencias de motovehículos de nuestros empleados para evitar problemas en los controles de tránsito); 30 operarios entre contagiados o aislados por contacto estrecho (atendimos todos estas bajas momentáneas, sin que nuestra ART nos reconociera nada); proveedores atrasados por causas atendibles y otros que aprovecharon la circunstancia; extrema lentitud en los trámites con los organismos de control municipal y empresas privadas de servicios…
Como la otra cara de la misma moneda comenzaron a darse ventas que mejoraron notablemente nuestra liquidez. El promedio mensual de ingresos en los últimos 7 meses del año, triplicó el promedio de los primeros 5 meses; el promedio mensual de ingresos en el año superó en más del 100 % al promedio mensual del mejor año en toda nuestra historia, a moneda constante. Durante los primeros años en esta actividad soñé con “construir un dique con su embalse” suficientemente grande como para “contener las inundaciones” y esto estaba sucediendo, en parte por tener a la venta varios desarrollos en distintas etapas del proceso o por haber ideado un sistema de pagos “sui generis” que mejoró notablemente la accesibilidad de los clientes en comparación con cualquier empresa competidora; y también por no haber especulado nunca en medio de estas “aguas agitadas”, con subas de nuestros precios por costos y no por “el por las dudas”. Y debimos “correr” para que lo recibido tuviera el mejor uso, evitando que la inflación en el país hiciera estragos en nuestra economía.
Contemplamos en este tiempo la virtuosidad del dar, para recibir, para volver a dar: La compasión nos hizo ser concretos, atendiendo las necesidades de los cercanos, en especial de nuestros empleados, y se generaron innumerables acciones. Sostener personas sin ingresos; comprar bienes no usuales para ayudar a empresas en problemas; contrataciones de bienes y servicios de nuestros insumos básicos con criterios de distribución de recursos (que la torta se reparta en muchas porciones); aportamos en instituciones que se sostienen comúnmente con el alojamiento de viajeros; etc. Desde esos días incorporamos 24 operarios a nuestra planta permanente, más dos profesionales de la ingeniería, una estudiante avanzada de arquitectura, un auxiliar para administración y logística, y un encargado de Talento Humano (que viene a ser un encargado de Recursos Humanos, pero con perfil no técnico, sino humanístico) cumpliendo de esta manera con el otro postulado de nuestra MISIÓN como empresa: esto es GENERAR PUESTOS DE TRABAJO GENUINOS. Y entre estos 24 nuevos operarios 9 provienen de nuestro vínculo con la institución Fazenda de la Esperanza (que trabaja en la recuperación integral de personas con distintas adicciones), habiéndonos dado cuenta de que es fundamental para la reinserción social tener un trabajo formal y estable; y uno (entre otros que a futuro vendrán) de un convenio con una institución del Estado provincial que atiende problemáticas de niños y jóvenes abandonados o en situación de calle, los acompaña hasta la mayoría de edad y allí los ayudan a encontrar trabajo

Los tiempos del zoom… la banca ética … inspiración en la cultura del dar
El aislamiento terminó, pero el riesgo de contagio seguía latente y esto me llevó a trabajar de otra manera. Tuve que aprender a conectarme vía zoom u otros y está genial, aunque lo presencial tiene un mejor “color” y “calor”.
Fue a partir de estos zoom que desde la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) me pidieron contar experiencias sobre cómo vivía la virtud de la Esperanza. Resultó interesante “bucear” en mi interior para dar algunas respuestas. Tuve la posibilidad de interactuar con un docente de la carrera de administración de empresas, para dar mi parecer acerca de que el compartir las utilidades en una empresa no va en desmedro de la propia empresa, sino que, por el contrario, la potencia y por sobre todo nos hace felices. Y recibí el regalo de un empresario de EDC de Estados Unidos que me ayudó a entender que para que la nueva cultura que tratamos de vivir (la cultura del dar, y no la cultura del tener, que impera en el mundo) inunde la economía mundial, es necesario que existan algunas pocas empresas SÓLIDAS, EXITOSAS y que INSPIREN, algo así como una pequeña porción de levadura en la masa.
Entre muchas otras conexiones me invitaron a una serie de encuentros con Joan Melé y la banca ética latinoamericana. Participé con gusto, aprendí muchas cosas, pero al final me decepcionó. Tal vez por algunos prejuicios personales sobre los bancos o porque las explicaciones estaban en un nivel que yo no entendía. Un banco debería recibir mi liquidez de los buenos tiempos, evitando que la inflación me dañe y servir de red de contención cuando sobre vengan tiempos de “vacas flacas”. Y esto no lo vi en la banca ética latinoamericana. Con este sentimiento encima se lo comenté a mi hijo mayor (mis cuatro hijos comparten la empresa conmigo) y este me dijo: “Pero papá, si nuestra empresa es de alguna manera una banca ética por lo que hacemos en esto…, en esto otro… y en todos los proyectos que tenemos” …
Y aquí nuevamente cobra dimensión la moneda de dolor-amor: ¿Y si lo que buscaba al conocer la banca ética lo pudiésemos hacer desde la empresa, con menos costos de administración, sin intermediaciones y de manera más cercana? Puse en común estas inquietudes con compañeros de EDC y así se fue plasmando un plan de trabajo que se fue dando de manera natural y armoniosa.
Y hasta el día de hoy:
- Ayudamos a gestar una fábrica de aberturas de aluminio, aportándole a sus dueños el capital necesario para iniciarse, como compra anticipada de insumos para nuestras obras. Le aportamos también el local donde comenzaron a producir, le compartimos nuestra experiencia empresarial; todo esto a través de un ingenioso Contrato Fiduciario de Co-Participación Productiva, pues lo que producen lo hacen desde la formalidad de nuestra empresa, con conveniencia mutua en lo impositivo y administrativo (uno de los iniciadores esta nueva empresa – llamada ALTUM – es un joven economista que transita la EDC desde hace muchos años).
- Aportamos un capital inicial para un emprendimiento de venta de vestimenta (ambos) para personal de la salud; instruimos a la emprendedora sobre el armado de su plan de negocios y le dimos nociones básicas de administración y la continuamos acompañando en su caminar, no con la intención de auditoría, sino de ayudar y transmitirle la experiencia.
- Al amigo al que le ayudamos en tiempo de receso por el aislamiento a iniciar un emprendimiento similar a los nuestros, ante las dificultades que le generó un contratista que le construyó una primera etapa de la obra, le aportamos parte de nuestro personal obrero y técnico y le compartimos partes financieras y logísticas, para que pueda transitar la obra de una manera menos traumática.
- Con 32 de nuestros empleados y dos personas externas pero cercanas organizamos, en forma paulatina, préstamos de dinero para cubrir urgencias o necesidades básicas. Esto lo comenzamos a implementar en el mes de noviembre del año 2020 y, si bien ya lo hacíamos desde nuestros inicios, ahora es con cierta formalidad. Calculamos que la tasa que aplicamos a los préstamos sea igual que la que le reconocemos a los inversores que invierten en nuestros emprendimientos (esto es: inflación más el 1 % efectivo mensual), o sea que no hay diferencia entre tasa activa y pasiva, en términos bancarios. Implementamos la modalidad de un encuentro para que puedan expresar la necesidad, les solicitamos que consigan presupuestos de los bienes que necesitan. Las ayudas sirvieron, en primer lugar, para entablar una nueva relación y a partir de esto para solucionar problemas con prestamistas, créditos o tarjetas de crédito, para compra de motovehículos, para mejorar o ampliar sus viviendas (comprando a la vez más barato, por nuestra condición de compradores mayoristas), para problemas de salud (operaciones, remedios, estudios médicos) y hasta para posibilitar contar con un capital para impulsar un negocio o emprendimiento, en paralelo con sus trabajos cotidianos (en general atendidos por sus esposas), entre otras cosas…
Otras acciones tuvieron lugar; nuevas formas de ayudas seguramente se imaginarán… la creatividad irá al encuentro de la necesidad… compadecernos del dolor del hermano, necesita de nuestra atención, que nos duela la “panza” al contemplar la realidad y que, si la atención es profunda, sin lugar a dudas, nos llevará a la acción.

Que una mano no sepa lo que da la otra … Que no se esconda la lámpara bajo la mesa…
La forma de vida que intentamos concretar en la empresa, en la familia y en lo personal, no está exenta de dolores, angustias, ni pesares. Si después del recorrido se pueden divisar algunas flores, estas viven de las raíces, que están enterradas. Y no estaría completa nuestra experiencia si no la comunicáramos, si no la hacemos COMUNIÓN.
Estas líneas solo pretenden eso, bajo el espíritu de que una mano no sepa lo que da la otra; para que la lámpara encendida pueda divisarse de lejos.